Mi agradecimiento a la Asociación Cultural Poética de Puente Genil, y a quienes han conseguido, con sus palabras, que prolongue el final de mi historia con el V Encuentro

Cartel del V ENCUENTRO en Puente Genil, Córdoba. Diseñado por Adriana Manuela Ruiz Gómez.
Como bien decía el texto de presentación del V ENCUENTRO, organizado por la Asociación Cultural Poética durante los días 31 de mayo al 3 de junio, escrito por José Baena: «Este año el V Encuentro de Poesía, Música y Plástica de Puente Genil está dedicado a la obra de Ricardo Molina. Una poética gestada en el desierto del país que se aleja y donde solamente subsisten el tránsito y el destierro. Un mar de arena cuyas olas se mueven al influjo de un viento de fuego que impide el habitar». La figura de Ricardo Molina y su poesía, durante años ha permanecido en medio de ese desierto que habitan los grandes poetas y sus letras, llenando un espacio que espera ser recorrido en cualquier momento. Finalmente, llega el momento, porque para los grandes poetas y sus letras siempre llega.
La Asociación Cultural Poética, en esta ocasión, tenía preparado cuatro días de actividades con variedad de artistas flamencos, cineastas, de exposiciones biográficas y fotográficas, de investigadores y donde no podían faltar: la poesía, poetas y amigos de Ricardo Molina; todos con un objetivo común, rememorar su vida, su nombre y su poesía.
Víctor Almeda Estrada inició la presentación de la exposición “Ricardo Molina: objetos de la memoria”, haciéndose eco del archivo y los objetos personales de Ricardo Molina, saludando y agradeciendo a los presentes su asistencia y resumiendo las líneas en la poesía de Molina: la católica (cristiana) y el paganismo (la Grecia Antigua). Para ello, ejemplificó algún caso leyendo diversos textos, uno fechado en los cuarenta, incluido en su Diario:
¡Qué necios aquellos que consideran fábula los dioses más reales que jamás existieron! ¡Si ellos no existen, nada existe! ¡Serenidad, trabajo, luz, alegría, fuerza, libertad, inteligencia, abundancia, belleza, amor, música, modestia! ¡Torrente de virtudes del Olimpo, báñanos en tus aguas milagrosas! Zeus, Zeus, alabado seas el primero entre los dioses y los hombres…

Programación del V ENCUENTRO en Puente Genil, Córdoba. Diseñado por Adriana Manuela Ruiz Gómez.
El segundo texto de 1945 era, según el mismo Víctor nos ilustraba, un alegato a favor del hedonismo:
Amor a las nubes. Todas las tardes han ido a flotar desnudo en la gloria del atardecer purpúreo, blanco y amarillo. ¡Oh, las nubes gloriosas y libres! ¡Oh, baño resplandeciente en el aire encendido, oh!
Este texto, fue un recordatorio del oráculo de La Sibila de Cuma que durante el montaje de la exposición de “los objetos de la memoria”, continuamente, tal y como nos comentaba Víctor Almeda Estrada durante la presentación, venía a su mente: «Llamado o no llamado, el Dios estará presente», tras el que propone durante su intervención «Llamado o no llamado, Ricardo estará presente». A continuación, dio lectura un texto que él mismo había compuesto para Ricardo invitándonos a entrar a él:
Por eso si de la mano de un poeta se puede llegar a las íntimas puertas del infierno y atravesarlas, lo cual ya es grave, con Ricardo Molina se puede ir más lejos. Se puede ir a Sandua. Y es que en Sandua, hay algo que no se cansa de mirarnos, hay galerías hexagonales que conducen, a veces, a las circulares, donde avistan los dioses ignorados. Y así su poesía, y el silencio, nos nutre de un modo que no puedo del todo imaginarlo. Porque Ricardo, el hombre del extraño comportamiento, vive ahí y su recuerdo lo fortalece. Intento decir que Sandua es un lugar afortunado para cualquier destino.

De izquierda a derecha: Antonio Sánchez Molina, sobrino nieto de Ricardo Molina, Esteban Morales, alcalde de Puente Genil y Víctor Almeda Estrada.
Dentro de la presentación oficial del evento, Antonio Sánchez Molina, sobrino nieto de Ricardo Molina, avivó la misma, durante unos minutos, con anécdotas como el apodo de su tío abuelo entre sus conocidos: «el sobaco ilustrado», debido a que siempre llevaba un libro bajo el brazo. O cómo a su muerte, todo el legado pasó al poder de tía Flora, que, por ciertas circunstancias, finalmente enviudó y quedó al cuidado de su madre; quienes compraron todo el legado, todos los objetos y más de 2000 volúmenes no catalogados, de Ricardo Molina a cambio de una manutención vitalicia. Además, hizo un recorrido por su vida, pese haber crecido y vivido en Ibiza, Antonio Sánchez Molina, cursó los estudios de Medicina en la Universidad de Córdoba, por lo que durante siete años vivió en la ciudad cordobesa, en la calle Granada. Confesó ser un desconocido de la obra de su tío abuelo y agradeció el acercamiento a ella a cada traslado a las sucesivas mudanzas, de Ibiza a Barbate y de allí hasta Chiclana. Junto al asesoramiento de la doctora en Literatura, Olga Rendón, cuñada de Antonio Sánchez Molina, que le ha guiado en los temas concernientes a su obra literaria y su correspondencia epistolar, y en Juan Domínguez Tocino, entusiasta estudioso del flamenco y primo de su mujer,
que ha empleado mucho tiempo en estudiar, clasificar y digitalizar ingente material correspondiente a la vertiente flamenca de mi ilustre antepasado,
aprovechando la ocasión para agradecerle a ambos, públicamente, su inestimable ayuda. Reconoció el lugar que Ricardo Molina merece dentro de las letras españolas, además de en el campo de la flamencología. Dejando en el aire la futura Fundación Ricardo Molina, además del destino de su biblioteca personal.
A continuación, tuvo la palabra Esteban Morales, que respondió a ese ofrecimiento de Antonio Sánchez Molina, ese que por unos instantes quedó en el aire, afirmando que «sin duda, cien años después vuelve a su pueblo y vuelve para quedarse».
La exposición “SERES DUENDE” de Francisco Sánchez Montalbán compartió espacio en el salón de la Biblioteca Municipal “Ricardo Molina”, durante un mes ambas estuvieron habilitadas para las visitas públicas y gratuitas. Dicha exposición se componía de retratos de artistas flamencos: cantaores, bailaores, guitarristas, percusionistas seleccionados del ámbito granadino. Las fotografías hablan de identidad, pero también del “duende” que los envuelve dentro del mundo del flamenco. Tuvimos la oportunidad de hablar con Francisco Sánchez Montalbán y con él esperamos aclarar algunas dudas, si es que quedan.

Francisco Sánchez Montalbán en la exposición “Seres Duende”. Cedida por el fotógrafo.
He leído sobre la exposición “Seres Duende” y se repiten diversas palabras de los expertos, personas y prensa que la visita. Entre ellas, no falta “arte”, “recogimiento”, “tronío”, “majestad”, “genio”, “magia”, “duende” o “RETRATOS”—con mayúscula. Cuéntenos, ¿qué es y qué significa para usted “Seres Duende”
La exposición se llama “Seres Duende”, duende como concepto. Ya tenemos como referencia esa famosa conferencia que Lorca dio en Nueva York sobre el concepto de duende y de ahí, es lo que yo quería reflejar con esta exposición. Estoy convencido de que las personas, los artistas en general, pero, sobre todo, los artistas flamencos, ya sea que toque la guitarra, que canten o que bailen, lo que sea, tienen un algo especial, no son seres humanos normales. El artista no es un ser humano normal, pero el flamenco es menos humano todavía. Es un ser de otra condición. Ese ser es un ser duende. Y ese duende es el que yo quería trabajar. Quería desenmascararlos y decirles —Señores, esto es un artista. Esto es un ser duende.
Identidad y conexión con lo que cada artista es. Tocando su mayor intimidad y sin descubrirla del todo. ¿Cómo fue la experiencia de fotografiar a cada uno de ellos?
Maravilloso. Me quedo con algo de esta exposición y de este trabajo que he hecho, ha sido, no la foto, que estoy muy contento con ellas, evidentemente, sino con la experiencia de haber estado a solas, un rato largo, a veces en varias ocasiones, con cada una de estas personas. Es absolutamente impresionante descubrir la personalidad, las emociones, los gustos, los comportamientos que ellos tienen ante una cámara fotográfica.
Dicen que todos los fotógrafos tienen ese deseo de capturar y seducir. Según algunos expertos los mejores retratistas son los que descubren la vida plena y vibrante ¿Siente que con esta exposición lo ha conseguido?
De alguna forma, sí. Estoy de acuerdo con lo que has dicho, pero también añadiría que el fotógrafo de retrato no solamente se queda con la imagen de la persona, sino que quiere traspasarla. Entrar dentro y sacar fuera aquella imagen en aquel retrato, que solamente, se puede ver con determinados ojos.
El flamenco que parece haber robado su alma y a la vez, usted se las devuelve robando la suya ¿Ha sido un flechazo a primera vista?
Ha sido un flechazo inmediato en todos los aspectos. No era una persona especialmente conocedora del flamenco, al cien por cien, es decir, lo conocía, pero como todos, ¿no? Pero esta experiencia me ha ayudado y me ha capturado— me ha embrujado—hacia el flamenco de una manera grandísima.
En su opinión, ¿qué características tiene que tener un buen retrato? ¿Y una buena fotografía?
Esa respuesta tendría que decírsela el público. Me gusta observar a la gente que ve mis fotos y entender si mis fotos son más o menos buenas o no, en función de cómo veo y que la gente las vea. Y de ahí puedo reflexionar—se lo digo a mis alumnos—un buen retrato significa que cuando alguien se para delante de él es imposible que se pueda despegar. Si consigues que el espectador se quede pegado como una mosca en la miel, si consigues eso, es que la foto es buena.
¿Cómo está viviendo el V ENCUENTRO DE POESÍA, MÚSICA Y PLÁSTICA?
Absolutamente enamorado de esta experiencia, absolutamente entregado a todas las actividades que se están haciendo. Me parece que habéis dado con la clave, habéis descubierto la forma de hacer las cosas bien: de hacer cultura y de dar cultura a la ciudad.
El mismo día 30, a partir de las 20:30, estábamos citados en el Teatro Circo de Puente Genil para visualizar la proyección del documental Cántico. No comenzamos sin antes tener unas palabras de presentación de Antonio Roa.

Momentos antes de la proyección del documental Cántico.
En la visualización del documental nos impresiona mostrando la piedra grabada de la visita de Juan Bernier, junto a la imagen de su sobrino nieto que realiza la lectura de esas letras inscritas en 1937. O cómo el grupo de Cántico se escapaba cuando podía a esos paisajes llenos de avellanares, pinos y castañeros y que Ricardo bautizó como Sandua, una de sus obras más importante. A lo largo de todo el documental, diversos versos hacen de cortina a diferentes escenarios, temas y bloques enlazando ese argumento donde García Baena actúa, de alguna forma, como catalizador. Fueron clave las explicaciones, tras él, de Sigfrid Monleón, su director y Antonio Hens, su productor. Aprovechamos la oportunidad de tenerles tan cerca para hacerle unas preguntas a Sigfrid Monleón, director de Cántico.
¿Cómo recibiste la invitación al V ENCUENTRO DE POESÍA, MÚSICA Y PLÁSTICA?
Cuando estrenamos la película en la filmoteca de Córdoba, conocí a Antonio Roa, ya me había llamado por teléfono. Prepara las cosas con muchísima antelación, vio la película y entonces, me hizo formalmente la invitación para venir aquí. Me avisó con tanto tiempo de antelación que me guardé las fechas para venir aquí, también tenía mucha ilusión de venir a la ciudad de Ricardo Molina.
¿Cuáles son las bases de las que partió para dirigir “Cántico”?
Quería fijarme en la obra de Pablo García Baena como depositario de una estética que, en cierto sentido, se comparte en juventud con un grupo de amigos que a la revista Cántico que él explora, a lo largo del tiempo, porque es el más longevo, el que acaba escribiendo más a lo largo del tiempo y con el adentrarme. Lo que quise fue hacer a la poesía la protagonista de la película.
¿Cuál ha sido la transformación más complicada que ha hecho en un decorado dentro del documental? ¿Cuál sería el escenario ideal?
Tengo mucho cariño al estudio del pintor Miguel del Moral, porque está como detenido en el tiempo. Uno se puede imaginar allí a este grupo de poetas hablando, teniendo sus tertulias y hablando de sus cosas en su intimidad y en su camaradería y su amistad. Está como paralizado, entrar ahí es como algo mágico, tiene mucho que ver con Cántico.
¿Cómo se vive el proceso de representación de una idea hasta los planos finales, escenas, etc…?
Es un proceso, como director vas encontrando la forma. Uno tiene la idea, en este caso de que la poesía fuese la protagonista, más allá de la anécdota de vida era ir a la experiencia del lenguaje poético.
En su opinión, ¿cuál sería la tarea de cualquier cineasta en la sociedad?
Es algo muy íntimo. Es una forma de cómo miras las cosas, siempre hay un compromiso.
“La isla del holandés”, “La bicicleta”, “El último truco”, “El cónsul de Sodoma” , ¿cuánto le ha costado llegar hasta aquí?
¡Uy! Me cuesta más continuar. —Se ríe—Me cuesta mucho más continuar hasta aquí por lo menos. Algo hemos hecho, pero cada vez es más difícil.
“El cónsul de Sodoma” es el drama biográfico basado en la vida del poeta, Jaime Gil de Biedma, ¿fue este su primer acercamiento a la poesía y a “Cántico”?
No, no. Aprendí a leer con la poesía. Nunca la abandoné porque es como aprendí a leer. Aprender a leer realmente, claro está. Mi afición a la lectura viene de la poesía y el teatro, luego ya vino la narrativa, el ensayo y todo lo demás, pero lo primero fue la poesía.
Para el segundo día, día 1 de junio, las sensaciones acerca de ese homenaje deslumbran primero con la exposición vivencial y subjetiva de Juan Ortega Chacón, una visión alegre y desenfada como él mismo comentaba en su presentación, acerca de los “Poetas cordobeses de Puente Genil”. Hablaba de Ricardo volviendo a la infancia de la Plaza del Potro, las campanas de San Pedro y otros muchos paisajes. Una figura que debía que entenderse siempre por tres aspectos principales: la poesía, la Semana Santa y el flamenco. Ortega Chacón nos habló del Ricardo más cercano, más pontanés; de ese carácter formado con las señas identitarias que hemos mencionado con anterioridad y que Ricardo Molina dejó en su poesía en versos como los que le dedicó a Anselmo González:
Oh, pueblo de mi infancia, luz primera. Orillas del Genil donde he nacido. Tarajales de sombras. Norias dulces. Cañaveral de ensueños hoy marchitos. Oh, tierras de alegrías y de viñas. Oh, país de dolores y de olivos.

De izquierda a derecha: Antonio Moreno Ayora y José Ortega Chacón.
Para más tarde continuar la noche con la presentación de los dos tomos de “Poetas de 27 y el Grupo Cántico de Córdoba” de Olga Rendón (Fig.7.), doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz con la tesis Ricardo Molina y la Generación del 27 la cual fue fruto para que nacieran estos dos ejemplares.

Antonio Moreno Ayora y Olga Rendón.
Olga Rendón desentramó, brevemente, cómo entre los poetas del 27, y algunos miembros del Grupo Cántico, se intercambiaban cartas y cómo ella descubrió las cartas de Ricardo, a partir de que la madre de Antonio Sánchez Molina, sobrino nieto de Ricardo Molina acabase heredándolas. Conoció el archivo de primera mano: nos narró todo el proceso desde su primer acercamiento al archivo hasta que tuvo en su mano una caja donde estaban almacenadas las cartas que Flora consideraba las más importantes, entre ellas, las de Vicente Aleixandre. Al ser todo este material inédito, ver las letras manuscritas de todos ellas, guardaba una emoción especial y es algo que Olga Rendón aún acumulaba en su voz mientras lo narraba.
Tuvimos unos minutos, después, para conversar con ella y hacerle algunas preguntas.
¿Cómo conoció usted a Ricardo Molina?
A Ricardo Molina lo conocía como miembro del Grupo Cántico, por antologías, etc…y a la sombra de Pablo García Baena. Fue ya cuando conocí directamente a Antonio Sánchez Molina, que me hablo del archivo que guardaba con todas las cartas, y ahí comenzaron mis años de investigación.
¿Qué es lo que hace la figura de Ricardo Molina sea imprescindible para recuperarla de ese olvido?
Exactamente lo ha explicado él —Olga señala a Luis Antonio de Villena que aparece en la placita en la que nos encontramos, justo un rato antes había mencionado este tema durante su exposición y se une a la conversación—No es exactamente olvido—contesta Luis Antonio de Villena mientras Olga Rendón y yo asentimos—tú has publicado un libro que son cartas a él, luego, por tanto, olvido no sería la palabra, es como si hubiera quedado en segunda fila.
Claro—afirma Olga—al haber muerto joven su carrera quedó ahí interrumpida.
¿Qué es lo más curioso que ha podido conocer a partir de ese epistolario?
La mayor curiosidad es que quizás hablan de cosas muy cotidianas y corrientes, pero incluso esa información de rutina está escrita con mucha elegancia. Muchas veces piensa uno que por la confianza cree uno que puede relajarse al contar ciertas cosas. Ese compromiso con la palabra.
¿Qué es lo que más le ha chocado al indagar en él?
Estudiar un epistolario es muy curioso. Con cada uno de los remitentes tiene una relación distinta. Cuando, por fin, consigues unir todas las piezas, en todas las cartas, te das cuenta de todas las conversaciones que tiene con los demás se muestra, muchas veces, distinto depende de con quien se esté carteando. El tono de las cartas, por ejemplo, que le escribe a Dámaso Alonso no tiene nada que ver con las que le escribe a Vicente Aleixandre.
¿Qué puede esperar un lector que se encuentra con los dos tomos que recoge su investigación en “Poetas del 27 y el Grupo Cántico de Córdoba”?
Se puede encontrar una joya, un tesoro epistolar que ayuda a conocer muy bien cómo eran estos personajes, no solamente su rutina sino también su obra, el panorama poético, hablan de otros poetas. A quien admire a la Generación del 27, al Grupo Cántico, a quien le interese los que se quedaron y los que se exiliaron, Ricardo Molina que no pudo extender su obra.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención en este V ENCUENTRO DE POESÍA, MÚSICA Y PLÁSTICA?
Es un proyecto muy ambicioso el traer a los estudiosos aquí como Luis Antonio de Villena, en el día de hoy, o hacer partícipe a los propios protagonistas del Grupo Cántico como Ginés Liébana o Pablo García Baena. Y si ellos son capaces de hacer ese esfuerzo es porque sienten esa gratitud hacia su amigo Ricardo Molina. Es algo muy entrañable.
La noche no daba por finalizado, aún, sin la magnífica exposición de Luis Antonio de Villena. Desde el primer momento, captó nuestra atención al plantear cómo a sus dieciocho años se interesó, por primera vez, por algo que habían oído nombrar el Grupo Cántico de Córdoba, que en la posguerra hace una apuesta diferente a la que marcaba el tono dominante. Los poetas de Cántico sienten su apuesta derrotada, según palabras de Luis Antonio de Villena. Llegó a conocer a todos los integrantes del grupo a excepción de Ricardo Molina, puesto que ya había muerto.

De izquierda a derecha: Juan de Dios García y Luis Antonio de Villena.
El Grupo Cántico fue, durante muchos años, una total ausencia, aunque después viviese un resurgir. Luis Antonio de Villena comentó que Ricardo Molina, por haber muerto antes, necesitaba dejar de ser “el gran derrotado” y ese triunfo, que posteriormente tuvo Cántico, debía ser compartido con Ricardo Molina, que fue uno de sus grandes poetas y quizás, uno de los poetas que quedó relegado a un segundo plano.
Además de compartir algunos de los comentarios e impresiones que nos dejó aquella noche que acabo de compartir, aproveché la oportunidad para hablar con él en la placita cerca del Teatro Circo.

De izquierda a derecha: Ginés Liébana; Luis Antonio de Villena durante la entrevista.
¿Cómo se adentra uno a la galaxia Cántico?
Muy evidentemente, primero leyéndolos, que en su tiempo era muy difícil, quiero decir, cuando yo era jovencito, era muy difícil porque no estaban editados, se habían olvidado. Cántico fue durante mucho tiempo un gran olvido. Pero, ahora, que ya están editados todos lo primero que hay que hacer es leerlos, porque se trata siempre de buenos poetas, otros son mejores pero todos ellos son muy buenos.
Usted tiene una extensa trayectoria en varias áreas de la literatura. En su opinión, ¿cómo sería el perfil del escritor? El perfil de un escritor tiene que ser, valga la tautología, el perfil de una persona que se dedique a la literatura, a las letras, que se dedique a escribir, a hablar, a leer; todo eso va unido. Escribir, hablar, leer son cosas que van unidas. Y eso compone la imagen del escritor que, al igual que el pintor vive para la pintura en todos los órdenes de la pintura, el escritor vive para la literatura en todos sus órdenes. Y también, porque hace de su vida un poco de literatura.
¿Qué cosas le ha ofrecido y le ha quitado la poesía, en particular y otros géneros en general?
He tenido la suerte de vivir en una familia que aceptaba muy bien a lo que yo me dedicaba. He sido muy privilegiado en poder dedicarme a lo que quería, es decir, la literatura, no me ha quitado nada. Me ha dado muchísimo. Lo que menos da la literatura en España, es bien sabido, es dinero. Evidentemente eso, generalmente, yo aconsejo que a quien se quiera dedicar a eso busque el dinero por otro lado porque por ahí le va a llegar mal. Es un defecto español que esperemos algún día se corrija, pero es un defecto fuerte. Entonces, lo que menos me ha dado es dinero, aunque en alguna época tampoco me podía quejar. Pero de todo lo demás me ha dado mucho y muchas amistades. Porque a un escritor que lees, si vive te apetece conocerlo a él o a ella.
He leído que usted suele decir que de adolescente se soñó un humanista, ¿cómo fueron sus inicios literarios y qué ha ido experimentando desde entonces?
Mis inicios literarios fueron leer un manual de mitología clásica, de mitología grecolatina, cuando terminé de leerlo, con trece años, tuve la sensación de que yo quería escribir algo como eso. Claro, eso es una vocación de humanista. Porque, en ese momento, yo quería escribir no era poesía, era un ensayo sobre la mitología clásica. Fue algo que me marcó mucho. Lo intenté y no lo pude hacer, porque tenía trece años y no tenía nada que decir sobre el tema, pero me marcó mucho en la idea que yo tenía de la literatura que es escribir y saber. Para mí tiene mucha importancia saber.
¿Qué papel debe cumplir la poesía en ámbitos políticos y sociales actualmente?
Los cantautores, en ese sentido, hicieron una labor buena ya que divulgaron mucha poesía. Si Miguel Hernández o Antonio Machado, aunque sea en fragmentos, son muy conocidos se debe a los cantautores que los han cantado como Serrat o Paco Ibáñez, esencialmente. El problema de la poesía, primero porque hoy está mal porque la educación está muy mal. Tiene que renovarse la educación. Tenemos políticos muy brutos, entonces, están haciendo unos planes de educación nefastos. El segundo plano, siempre es que la poesía escrita siempre ha sido minoritaria frente a la poesía cantada que es la que ha sido popular. Pero la poesía cantada que es la popular, tiene un nivel literariamente inferior al que tiene la poesía escrita. Ese es el problema de la poesía, cómo conjugar la calidad alta de la poesía escrita con la calidad baja de la poesía cantada, pero, sin embargo, mucho más popular.
¿Cuáles considera como sus mayores logros en el ámbito literario?
Creo que ningún escritor debe ser quién para decir qué ha logrado o qué no ha logrado. La propuesta de todo escritor creo que debe ser expresarse, es decir, contar un mundo interior, un mundo que se basa en su propia vida, en sus lecturas, en sus vivencias, en lo que siente, en lo que desea, en lo que le gustaría que fuese el mundo y qué no es. Ahora, si luego lo ha logrado y no lo ha logrado, no le toca decirlo a él.
Desde que editó la antología de la poesía gay y lésbica en 2002 llamada Amores iguales, ¿qué ha cambiado y qué introduciría a fecha del 2017?
Costó mucho trabajo hacerla, porque en ese momento, incluía gays y lesbianas; poetas de todo el mundo incluso en la antigüedad, era un proyecto muy ambicioso hoy día quizás tendría que ser más parcial. Pero todavía, aunque se dice que no, la homofobia es muy fuerte. Propuse a una editorial—que no voy a mencionar ahora—hacer una antología de tema homosexual masculino en el idioma español durante el siglo veinte y me dijeron que por qué tenía que ser una antología con esa temática.

De izquierda a derecha: Luis Antonio de Villena, Juan Ortega Chacón, Antonio Sánchez Molina, María Eugenia Cruz, Ginés Liébana, Antonio Roa, Olga Rendón y Antonio Moreno Ayora tras la culminación de los actos de la noche.
Las noches del 31 de mayo y del 1 de junio quedan resumidas en estas páginas. Continuamos con este Homenaje al poeta perteneciente al Grupo Cántico de Córdoba, Ricardo Molina en su pueblo natal, Puente Genil, en la segunda parte de la crónica del V Encuentro de Poesía, Música y Plástica. Si queréis saber cómo transcurrieron las actividades durante los dos días dentro del programa del V Encuentro estáis a tiempo.