Todo (…) pasado viene empujado por un futuro y
(…) todo futuro viene detrás de un pasado y
(…) todo pasado y todo futuro son creados
y fluyen por aquello que siempre está presente.
San Agustín.
En 1483 la peste negra invadió Europa, los ciudadanos creían que esta enfermedad era un castigo de Dios por sus pecados. No tenían una explicación lógica sobre cómo se propagaba o por qué morían, sólo se aferraban a la idea de llegar al paraíso prometido. La iglesia católica se aprovechaba de este sentir por lo que negociaba indulgencias, exigía diezmos y el pago oportuno de impuestos, por supuesto, ésta era una forma de obtener el dinero fácil, ya que así los papas, sacerdotes se daban una vida de lujos y placeres.
El hombre que se percató de ello fue Martín Lutero. Gran parte de su vida la había dedicado a la religión, pero al llegar a dar clases en la Universidad de Wittenberg tuvo contacto con la Biblia comparó cada versión e hizo su propia traducción, se dio a la tarea de compartir sus hallazgos con los feligreses. Aproximadamente setenta años antes, Gutenberg había inventado la imprenta y gracias a ello alcanzó difusión primero en Alemania, después por todo el mundo.
Su objetivo era que cada individuo consiguiera un ejemplar y así leer la palabra de Dios sin intermediarios. “Es muy cierto, escribe, que las Santas Letras no pueden penetrarse ni con el estudio, ni con la inteligencia…. No hay más maestros de las palabras divinas que el autor de la palabra.”[1] Lutero comenzó una ardua labor, luchar contra los dogmas mal interpretados, con ello surge el protestantismo.
Durante la Baja Edad Media y parte del siglo XVI, los Países Bajos constituyeron un solo país; aunque al parecer eran independientes; se sabía de antemano que estaban coordinados desde la Península Ibérica e integrados a la Casa de Austria. Con la difusión de las doctrinas surgidas de la Reforma, propuestas por Martín Lutero, la población se dividió en católicos y protestantes. Esta nueva forma de pensamiento logró que las provincias del norte se unieran, lo que desencadenó su emancipación de la corona española y la creación de un nuevo país, Holanda, a través del término de Paz Westefalia en1648.
En el arte repercutieron esta serie de acontecimientos. En Italia, Francia, España, Alemania, Bélgica, la religión sigue siendo la temática por excelencia. Destacan figuras como: Tintoretto, El Greco, Rafael, Claude Lorrain, Poussin, Caravaggio, Rubens, Velázquez. En Holanda sobresalen los artistas Willem Kalf, Jan Vermer Van Delft, Pieter Claesz y Willem Claeszoon Heda que representan y copian lo mundano (Fig. 1). Eligen una pintura más íntima, denominada como naturaleza muerta.

Figura 1. Willen Claesz Heda | Naturaleza muerta con copa dorada |óleo sobre madera| 88 x 113 cm | Rijksmuseum, Ámsterdam 1635 ¿Por qué no pintar una mesa?, las nimiedades se toman en cuenta. En este caso el aparente desorden logra una serie de texturas interesantes en las telas, las cáscaras, los utensilios de peltre y las ostras.
EL nombre proviene del neerlandés stilleven qué significa ‘vida inmóvil’. A diferencia del español naturaleza muerta, el italiano natura morte y el francés natura morte las traducciones del alemán e inglés son más cercanas still leben y still life.[2] El término bodegón surge en el siglo XVII― así le llamaban los pintores católicos― para referirse a él de manera despectiva “por una pintura de «bodegón» se entendía un cuadro vulgar de personajes plebeyos, éste era el equivalente literal del término Bambocciata, es decir, «mamarracho».”[3]
La rivalidad existente entre la naturaleza muerta y el arte católico dio como resultado una constante mejora por parte de los holandeses. Mejoraron en sus técnicas pictóricas, en el manejo de la luz, el color y la textura, obteniendo acabados perfectos.
“La obras de pintores holandeses se pueden ver por todas partes, excepto en las iglesias, la imagen devota no se da en absoluto en el ambiente protestante (…) Se prefiere representar sobre todo la vida real y cotidiana; el cuadro de costumbres, el retrato, el paisaje, el bodegón, el cuadro interior y la arquitectura. Mientras en los países católicos y en los regidos por príncipes absolutos sigue siendo la forma artística predominante el cuadro de historia bíblica y profana, en Holanda se desarrolla con plena autonomía los objetos hasta entonces tratados sólo de manera accesoria”.[4]
Los objetos se convierten en el foco de atención por parte de los artistas. El espectador se aproxima a una serie de cuadros donde los personajes son cacharros, objetos de colección, cartas, flores, globos terráqueos, velas por mencionar algunos ejemplos. Crean mundos donde el ser humano no está presente de manera directa, en algunos casos se prescinde de este patrón.
Un oxímoron[5] se presenta como título del género pictórico, en él se reúne la vida y la muerte. Las Naturalezas Muertas son una serie de objetos dispuestos por el hombre que siguen su criterio estilístico. Cada objeto se arranca de su contexto para enmarcarlo en la artificialidad junto con otros elementos.
El pintor yuxtapone una langosta, flores, telas, frutas, cajas, copas, a manera de creador (Fig. 2); domestica lo creado por Dios para ponerlo a su servicio (Figura 7), éste es el inicio del mundo moderno. Esa hibridez de los cuadros radica en el tipo de sociedad que se estaba gestando en aquellos años.

Figura 2. Abraham Van Beyeren| Naturaleza de un banquete con un ratón | óleo sobre lienzo | 141.5 x 122 cm | 1667 | Museo de Arte del Condado de los Ángeles, Estados Unidos Americanos. En Holanda los pintores se especializaban en elementos particulares. Había quienes se dedicaban a pintar copas, frutas, telas. Van Beyeren era un experto en banquetes. En esta pintura resalta la langosta― simbólicamente está asociada a la maldad― mas no el ratón que recorre con habilidad el borde de un plato, su figura está inmovilizada frente al durazno. En cuanto a su significado el ratón denota destrucción, hipocresía y cobardía.
Tras la Guerra de los Treinta Años el monopolio español quedó desarticulado, lo que despertó el apetito hegemónico en otras naciones. Francia deseaba aquel puesto. Holanda crecía como una sociedad cosmopolita y mercantilista. En 1609 se funda el Banco de Amsterdam, se convirtió en el más importante del mundo hasta que en el siglo XVIII fue superado por las habilidades inglesas.
Al ser Holanda una capital comercial, los pintores tienen contacto con personas de diferentes nacionalidades y creencias, árabes, judíos, cristianos, turcos, alemanes, austriacos se conglomeran aquí. No es gratuito que en sus pinturas se refleje esa variedad de objetos, era una realidad latente, “en la obra no se trata de la reproducción de los entes singulares existentes, sino al contrario, de la reproducción de la esencia general de las cosas”.[6]

Figura 7. Fotografía del acuario Six Flags Discovery Kingdom, Vallejo, California. Sin la intervención del hombre en la naturaleza estas dos especies no se hubiesen conocido.
El arte suele dar una explicación o confrontar las dicotomías en las que se está viviendo, en este caso el protestantismo eleva al hombre a la imagen y semejanza de Dios mientras que el pintor se dota a sí mismo con el poder de crear asociaciones híbridas, de detener en un cuadro la muerte y la vida. Esa ventana a aquella realidad resulta un trampantojo [7], no se logra asir ni tangibilizar, sólo provoca entretenimiento, estupefacción y antojo.
Las Naturalezas Muertas engalanan el derroche, la opulencia y la felicidad; sin embargo traen en sí una nota al pie, la muerte. Es decir, morir es el antídoto contra la vanidad de la vida. En el siglo XVII surgen las vánitas (Fig. 3) en ellas se confronta al hombre con su fugacidad existencial, la peste negra había dejado un trauma general. Las escenas de cadáveres y frutas en estado de descomposición subrayan esa lentitud de transitar de la vida hacia la muerte. La simultaneidad de estos tópicos es más evidente.

Figura. 3. David Bailly| Vánitas con un joven pintor | óleo sobre lienzo | 90 x 122 cm | 1651 | Stedelijk Museum Lakenaha, Holanda. Con elementos propios de las vánitas, David Bally se representa a sí mismo cuando era más joven, en sus manos sostiene un segundo autorretrato que muestra su verdadera edad, entretanto en el aire flotan unas burbujas que aluden a la locución latina home bulla est, ‘el hombre es una pompa de jabón’. [9]
Cabe señalar que para ese entonces, el espectador estaba habituado a traducir ese lenguaje pictórico, si en la pieza se presentaba una baraja significaba el azar, los libros asociados con la sabiduría, el reloj con la brevedad de la vida, las armas con la guerra, los espejos con la vanidad. Desde la Edad Media se venía trabajando con una serie de alegorías (Figura 4), que poco a poco sufrieron un proceso metonímico.[8]

Figura 4. Hanuš, Jakub Čech, Nicolás de Kadan, Jan Šindel | Detalle del Reloj astronómico de Praga| Ayuntamiento de la ciudad Vieja Praga. Se observan cuatro alegorías, la vanidad la representa el hombre que sostiene el espejo, la avaricia se personifica mediante un comerciante judío con una pequeña bolsa en mano, la muerte es literalmente un esqueleto; hace sonar la campana cuando el reloj da la hora en punto, en la mano izquierda sujeta tiene un reloj de arena y por último el bandolero que representa la lujuria.
Los artistas de este momento estaban comprometidos con crear una realidad ficticia que perduraría en el tiempo ars longa, vita brevis ‘El arte perdura, la vida es breve’. Acompañaban a sus obras con locuciones latinas como memento mori ‘recuerda que morirás’ o carpe diem ‘disfruta el día’ (Fig. 5) y a su vez citaban pasajes bíblicos que se escondían en el cuadro, porque la palabra de Dios pertenece a los hombres.

Figura 5. Bartholomäus Bruyn | Vánitas | óleo sobre lienzo | 61 x 51 cm Kröller Müller Museum, Holanda En una estantería el pintor coloca el cráneo y su mandíbula a un lado, debajo se encuentra una locución latina Omnia norte cadunt, mors ultima linia rerum ‘Todo sucede con la muerte, la muerte es el último límite de las cosas’. Y añade una vela apagada como si la vida se hubiese marchado.
¿Existe un método para engañar a la muerte?, por el momento no. Unos dicen que está el arte pero su perdurabilidad depende de la supervivencia del ser humano, otros apuestan por la medicina con ella se ha alcanzado una compostura, pero no la inmortalidad. El hombre está en una búsqueda incesante por permanecer y a su vez la vida le recuerda que perderá sus bienes más preciados, la juventud y el tiempo. La decadencia es inminente.
Para sobrevivir el hombre consume el mundo natural; emplea sus recursos para satisfacer una necesidad. Dígase una flor para embellecer un espacio (Ilustración 6) o cazar un animal para comerlo. En este sentido el ser humano es un depredador de lo que le rodea y vive en un entorno de naturalezas muertas domesticadas, los cuadros arrojan una porción de la vida actual, una sociedad enamorada de los objetos junto con deseos insaciables de permanecer.

Figura 6. Fotografía extraída de http://whenfairytalescometrue.tumblr.com La cotidianidad no permite ver la naturaleza muerta que se encuentra en el entorno. En este tocador comparten el mismo espacio unos chocolates, flores, perfumes, maquillajes, un esmalte, una fotografía, un espejo, bisutería y cajas. Una serie de aditamentos que las mujeres utilizan para retocar o realzar sus atributos visuales.
Fuentes de consulta
[1] Emile G. Leonard, Historia general del protestantismo, Tomo I, Madrid, Ediciones Península, 1967, p. 51.
[2] Ambas en español significan: ‘vida inmóvil´’
[3] José M. Parragón, El Bodegón al óleo, España, Parragón ediciones, 1991, p.12.
[4] Arnold Hauser, Historia de la literatura y el arte I. Desde la Prehistoria hasta el Barroco, México, editorial de Bolsillo, 2007, p. 539.
[5] De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) un oxímoron es figura retórica de pensamiento que consiste en complementar una palabra con otra que tiene un significado contradictorio u opuesto.
[6] Martin Heidegger, Arte y Poesía, México, Fondo de Cultura Económica, 1973, p. 20
[7] El DRAE define al trampantojo como una ilusión óptica o trampa con que se engaña a una persona haciéndole creer que ve algo distinto a lo que en realidad ve.
[8] Este fenómeno semántico se da cuando los hablantes designan un objeto o idea con el nombre de otra. Por ejemplo, “Me compré un Picasso” no quiere decir que se compró al pintor y ahora vive en su casa; se refiere a que compró una pintura de Picasso.
[9] De acuerdo con Gaskell en “La representación de las vánitas. Florecimiento y caducidad”. Esta frase se le adjudica a Tales de Mileto.