El pasado 28 de abril fue una tarde noche bastante desapacible. La inestabilidad del tiempo no tenía comparación con la realidad al otro lado de la puerta de La Alcabala, donde se daba cita la charla-coloquio de “UN FOTÓGRAFO CIEGO”, el nuevo poemario de Juan de Dios García.
David Cáceres nos dio la bienvenida, amenizando la velada con unas canciones a guitarra: una versión de un poema de Ángel González, y sorprendiendo a Juan de Dios al musicalizar su poema Carteles y finalmente, con Pescador de versos del propio cantautor pontanés, cuya letra le dedicó al autor antes de su presentación:
Hay un hombre
anidado allá en el mar
que con las palabras
trenza redes del revés.
Las ordena y desordena, las divide y encadena, las recorta y almacena,
pescador de versos es.
Un ambiente cálido rodea La Alcabala, que a la llegada de cada persona fue recogiendo abrazos de cada uno de los asistentes.
Juan de Dios y Antonio Roa aparecen bajo una frase proyectada, que el propio autor ya dio en una entrevista previa:
La poesía es pobre y está marginada, señalada y humillada.
En su portada, diseñada por Sergio Urán, la silueta de Sísifo empuja una piedra, que en realidad es un ojo gigante, hacia la cumbre de una ladera.
Se abre un diálogo entre Antonio Roa y Juan de Dios para descifrar las claves del libro. Está El mito de Sísifo, ese ensayo de Albert Camus que recrea el mito de Sísifo (véase nota 1) en una versión actual de lo que queda de él, de quiénes somos, si todos somos Sísifo o no, y cómo se desarrollan esos sentimientos de desesperanza al no poder alcanzar lo que se desea realmente. Cabe señalar que cuando el autor ya tenía escrito el setenta por ciento del libro surge esta inquietud de recrear el mito.
Escoge una imagen potente del poema AUTORRETRATO, un oxímoron que dice: «Un fotógrafo ciego me dispara». Tras realizar una exhaustiva búsqueda, encuentra muchísimos resultados con ese nombre. Aunque descubre uno especialmente conocido y reconocido, Evgen Bavcar, que, además de ser fotógrafo de arte, está completamente ciego.

Juan de Dios
Toca ahora iniciar las primeras lecturas del libro. Comenzamos con el primer poema, POLÍTICA, que introduce al libro en una atmósfera filosófica. Porque, ¿acaso la política sólo es contemporánea? Juan de Dios deja claro que su política es lo más filosófica y atemporal posible. Sin agarrarse a datos concretos, deja una doctrina: «La rama terminó por someterse / a la fuerza del viento. / Ni siquiera causó miedo el primer crujido».
Hay que imaginarse a Sísifo feliz. La felicidad tal y como nos las han vendido es una mentira. A la felicidad hay que imaginarla.
Antonio Roa pregunta ahora cuál sería su modo de operar. Juan de Dios responde que la clave del fotógrafo ciego —y ahora ya nos referimos al poeta y a todos nosotros, prácticamente—, el modus operandi es la manera de mirar. Lo que hace diferente a un creador de una persona que no tiene cualidades creativas es la manera de mirar alto, afirma Juan de Dios. Cuando leemos lo que otros pueden verbalizar sin que nosotros podamos.
¿Cómo experimenta Sísifo el dolor? —pregunta, finalmente, Antonio Roa.
A continuación, Juan de Dios, leyó HIPO, ese monólogo que cualquiera de nosotros hemos podido ver o vivir en primera persona: un hombre mayor, alcoholizado, contando su vida y sus batallitas a una camarera en cualquier bar de España.
Copas, mujeres, hash,
a todo dije sí. Por eso me embarqué.
Vosotros no sabéis cómo es la noche
escuchando un fandango en el Pacífico
sin poder regresar a tu país,
llorando como un crío ante la radio.
Esta es una poesía más narrativa, épico-lírica, o una lírica a la manera en que lo hace un narrador.
Juan de Dios se despide de nosotros con una reflexión:
Expreso ahora mi pensamiento en voz alta. Todo puede estallar en cualquier momento. Tenemos que vivir alerta. Nos lo recuerda la barbarie, ya lo decía una canción: que me recuerden hoy los muertos de mi felicidad.
Cada día que pasa estamos más cerca de la muerte. El reloj sigue contando sus minutos, Sísifo sigue arrastrando su piedra por esa ladera y nosotros nos quedamos aquella noche con el maravilloso acompañamiento de José Mª Campos y Alicia Baena con Olvido (letra de José Baena y música de Alicia Baena) y Qué pena (Música de Adolfo Celdrán. Letra de León Felipe) mientras fuera de La Alcabala parecía que el tiempo iba a otra velocidad distinta, imaginando la felicidad durante esos momentos.
Nota 1
El mito de Sísifo
Después de que Prometeo les lleva el fuego a los dioses, ellos se enfadan con él como castigo es condenado a empujar un peñasco gigante cuesta arriba, éste incesantemente vuelve a caer, debe recogerlo y empujarlo una y otra vez. Además lo dejan sin vista.