Las Trump-etas del apocalipsis

La mayor parte del tiempo prefiero no meterme en la política interna de los países, después de todo, cada nación o pueblo es dueño de elegir a los payasos que quiera para dirigir su propio circo. Sin embargo, la cosa cambia cuando la política interna de esos países tiene directa o indirecta injerencia en las decisiones o estilos de vida de otras naciones o pueblos. Tal es el caso de la elección presidencial en EE.UU, la cual, para desgracia de todo el mundo, sí nos afecta a en mayor o menor grado, independiente de que nos importe o no, dado que en este mundo, todavía unipolar, las decisiones del autoproclamado sheriff del mundo, en cualquier momento nos podrían tener huyendo de bombas lanzadas por ellos mismos sobre nuestras cabezas. Todo esto, por supuesto, cortesía de ese autoproclamado derecho a tratarnos como ignorantes pueblos y defensores de SU libertad, mas no la nuestra.

Es por esto que, en esta ocasión, me permito entrar y opinar al respecto de la elección gringa y uno de sus candidatos. Pues si ellos se meten con nosotros, aunque no se lo pidamos, ¿por qué no nosotros no íbamos a hacer lo mismo con ellos?

Trump

Para cualquier persona que esta medianamente familiarizada con la contienda presidencial gringa, ya sabrá que existe un personaje que acapara mucha atención mediática: Donald Trump. Pues bien, este multimillonario ha saltado a la fama como candidato presidencial, no precisamente por sus grandes ideas y propuestas para hacer del mundo un lugar mejor, sino por proponer las ideas más ridículas y estúpidas que puedan ser vomitadas por un ser humano.

Como muestra, un ejemplo:

  • Se debe construir un muro en toda la frontera con México, para detener la inmigración. Un muro que los mexicanos deberían pagar.
  • Se debería deportar a todos los inmigrantes indocumentados. (Por si no lo sabía, son millones).
  • Se debería utilizar la tortura como método de interrogación contra los “terroristas”.
  • Se debería prohibir la entrada a todos los musulmanes.

Este tipo discurso, y sus propuestas, como podrá imaginar, no han quedado indiferentes para nadie. Y es que el nivel de populismo, racismo, y franca idiotez de sus palabras, no permite que nadie pueda mirar para otro lado y pretender no darse por enterado.

Ahora bien, lo que a muchos sorprende, más allá de sus palabras, es que ese tipo de mensaje tenga tan buena acogida en millones de personas que dicen apoyar su candidatura, pues parece un mensaje, más bien, sacado del medioevo o escrito en la encíclica de algún Papa de nombre Racisto III, o algo así, que las palabras actuales de un candidato a la presidencia de EE.UU en pleno siglo XXI. Sin embargo, ¡sorpresa!, su mensaje funciona y tiene seguidores.

 

Fetiches

Ahora bien, cabe señalar que, utilizar el sentido común nunca ha sido la especialidad de la casa en EE.UU. Sin embargo, por eso mismo,  no creo que haya que culpar a los gringos por esa ignorancia, ni a Trump por ser lo que es. Pues para mí, ellos solo son víctimas de un sistema diseñado para odiar a todo lo que sea diferente, amar su bandera, y todos esos otros fetiches con los que a los militares les gustan tanto fantasear por las noches. En ese sentido, la sociedad gringa está tan sometida como nuestras propias sociedades.

Sin embargo, pese a este latente problema de ignorancia, lo que sí es digno de analizar de todo esto, es que este tipo de personas existan, y que propuestas o sandeces –como usted prefiera llamarlas– como las de Trump, sean bien recibidas, ¿por qué? Porque esto nos demuestra que no solo EE.UU, sino que en nuestros propios países, también es posible que existan bolsones de gente ignorante, miedosa y racista, que solo está a la espera de alguien atice sus cavernarias creencias para comenzar a creer que estaba en lo correcto, y que luego piense: “Después de todo, no era tan malo odiar al resto por cómo: viste, cree, habla, piensa o su color de piel. Más aún, si en la tele sale un tipo diciendo todo lo que pienso ¿Cómo he de estar mal, si la tele nunca miente?”

Fenómeno

Si lo miramos desde ese ángulo, la candidatura de Trump, quizá no sea tan mala como fenómeno a analizar, pues nos puede resultar educativa a la hora de comprender que solo una buena educación, que llene todos los espacios dejados por la educación entregada por las instituciones oficiales, nos podrá salvar de la ignorancia de este tipo de personajes y sus hordas de seguidores.

Nuevamente, es labor nuestra como seres humanos informarnos, educarnos y curarnos, contra el racismo, el odio y el patriotismo.

De lo contrario, las Trump-etas del apocalipsis seguirán sonando cada vez más fuerte. Y quizá, la próxima vez que suenen, lo harán dentro de nuestras propias fronteras.

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