¿Cómo llegó la pintura del paisaje a México?

El nacionalismo es una doctrina política que aglutina los orígenes, ideologías, creencias, lenguas, intereses y aspiraciones de un grupo de individuos que forman una nación; se identifican entre sí y los une un sentimiento de pertenencia.

En México desde la colonia surgió un nacionalismo criollo, sus habitantes tenían como común denominador las raíces prehispánicas y la imagen de la guadalupana. Las sucesivas guerras civiles entre conservadores y liberales así como las intervenciones extranjeras fortalecieron este concepto entre sus habitantes.

Después de la Independencia, el país iniciaba un proceso difícil para quienes llevaban las riendas políticas, porque se enfrentaban a defender y proteger un territorio enorme, sin tener experiencia previa; sin embargo creían en su progreso porque las tierras tenían riquezas naturales que desde ahora no iban a parar a manos de la corona española.

En las primeras décadas del siglo XIX, México fue el foco de atención para Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España (no se daba por vencida); estos vieron la oportunidad de conseguir poder, territorio o riquezas.

Las luchas internas entre conservadores y liberales no favorecían las circunstancias, El primer grupo imitaba los modelos europeos, creía en el control ideológico a través de la religión católica, porque aseguraba que ésta era el único lazo que unía a los mexicanos y desaparecerla los desampararía, mientras que el segundo grupo buscaba libertad de expresión y pensamiento, soberanía popular, la implementación de una república federalista, una educación laica, humanista, científica sin despreciar el pasado indígena, su mayor meta era liberarse de las ataduras de la religión.

El desorden social provocaba que la nueva República no se consolidara para eso  debían establecer “las reglas del juego”, es decir, una constitución. Inspirados por los Estados Unidos y sus formas de organización; el 4 de octubre de 1824, después de la caída de Iturbide, se creó la primera Constitución Federal la cual depositaba el Poder Legislativo en dos cámaras y el Ejecutivo se integraba por el presidente y el vicepresidente, abolía la esclavitud, mantenía los privilegios del clero además se otorgaba a los ciudadanos masculinos el derecho a elegir a sus representantes. El 1 de octubre de 1824 se anuncian los resultados electorales y se declara a Guadalupe Victoria como el primer presidente de México y a Nicolás Bravo como vicepresidente.

Durante su mandato se enfocó en la reconstrucción del país, mejoras educativas, abrió rutas comerciales y trató de expulsar a los españoles del territorio mexicano; para realizar todas estas tareas pidió financiación a los ingleses; el descontento por parte de los ciudadanos provocó varios intentos de golpes de estado, con el primero se impuso a Vicente Guerrero, posteriormente y, en definitiva, a Antonio López de Santa Anna.

Con Santa Anna en el poder y su implementación del centralismo por estrategia militar en la Guerra contra Estados Unidos, se perdió una buena porción del territorio nacional, el aumento de impuestos, la venta de la Mesilla, la crisis económica y la miseria en la que estaba sumergida la clase popular se ganó el descontento de los conservadores que estaban de su parte.

La oposición frente a Santa Anna crecía, sólo hacía falta un movimiento que agrupara quienes estaban en contra para derrocarlo, así surge el Plan de Ayutla su fundador fue  Don Juan Álvarez y el coronel Ignacio Comonfort cuyas tropas, principalmente, estaban formadas por campesinos, este grupo se enlazó con los liberales desterrados Melchor Ocampo y Benito Juárez; ellos le darán dirección a la rebelión. Una vez que Santa Anna desocupa el puesto, lo toman los liberales.

Quien asume el poder es Juan Álvarez luego renuncia y es sustituido por Ignacio Comonfort, en ese tiempo se promulga la Constitución de 1857, la cual reafirma la abolición de la esclavitud, elimina las deudas de los ciudadanos, prohíbe los títulos nobiliarios e incluye la pena de muerte.

Comonfort calificó a esa constitución de radical y la desconoció con ello se ganó la antipatía de su gente, para no tener más problemas le solicitó a Benito Juárez su apoyo, éste se negó y por ello mandó encarcelarlo. En este tiempo se desata la Guerra de Reforma. Se dio cuenta, demasiado tarde, que se había dado un auto-golpe de estado al no reconocer lo que estipulaban los liberales; al reflexionarlo liberó a Juárez y renunció a su cargo.

Una vez culminada la Guerra de Reforma, tres años después, Benito Juárez es electo presidente. Su gobierno se enfrentó a un primer problema: la crisis financiera. El recurso que tenía a la mano eran los bienes eclesiásticos. Para ello proclama las Leyes de Reforma, se nacionaliza el dinero clerical, el matrimonio civil, nacimientos y defunciones (sin la intervención de la iglesia y el pago), libertad de culto y la fundación de hospitales y establecimientos de beneficencia.

La Academia de San Carlos en el siglo XIX

La intervención extranjera también se vio reflejada en el arte, los intelectuales retomaban técnicas, formas y una perspectiva europea; en ese tiempo las tendencias eran el romanticismo, el naturalismo y el realismo.

Como se ha visto, el país se encontraba en una crisis política, social y económica, Santa Anna buscaba de algún modo seguidores y vio como opción destinar alicientes para el área cultural, específicamente para la Academia de San Carlos (Fig. 1), es por ello que el 2 de octubre de 1843 decreta que:

“(…) Estos directores (de pintura, escultura y grabado) se solicitarán por la misma Academia, de entre los mejores artistas que hay en Europa (…) Mantendrá la Academia en Europa, seis jóvenes, que en los mejores establecimientos se perfeccionen en las nobles artes que ahí se enseñan. (…) Para formar una buena galería de pinturas y aumentar la escultura, promoverá por medio del ministro mexicano en Roma, el que allá se abra un concurso anual del Gobierno de la República, ofreciendo un premio de consideración, con la condición de recoger las obras premiadas para remitirlas a la Academia”. (Tibol, 64)

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La Academia de San Carlos

Para darle un mayor prestigio a la Academia de San Carlos traen artistas extranjeros para ejercer como docentes Pelegrín Clavé y Manuel Vilar, eran españoles conservadores, se desempeñaron como profesores de pintura y escultura, respectivamente; las clases de arquitectura estuvieron a cargo del italiano Javier Cavallari, para el grabado se designó al inglés Agustín Periam y más adelante se sumó a la planta docente el pintor paisajista Eugenio Landesio.

Las lecciones iniciaron en 1847, en plena guerra con Estados Unidos, no había presupuesto para darse estos lujos y el ambiente enardecía.

Las artes allí aprendidas no eran libres, pues los consumidores eran conservadores ricos y aristócratas, por ello debían de ajustarse a los gustos del cliente, pero sobre todo a una forma europea.

“El emperador [Maximiliano de Habsburgo] encargó a Landesio la confección de 6 frescos históricos en el Castillo de Chapultepec, con temas mexicanos  prehispánicos (…) presentaron obras con temas históricos de la antigüedad en la exposición realizada en 1865 en la Academia de San Carlos (…) los frescos no se completaron (…) dicho encargo constituyó el primer intento de gobierno mexicano de utilizar la pintura paisajística como medio de presentar su historia”  (McClelland, 20)

En San Carlos floreció el denominado academicismo, esta escuela se dedicaba a crear una pintura basada en pasajes bíblicos, escenas de amor y sacrificio, de algún modo querían “tapar” lo que pasaba en la realidad, las guerras cruentas, las revueltas sociales y las deudas financieras externas e internas.

La pintura del paisaje en México

Resulta curioso que en el arte mesoamericano no aparezca el paisaje como el gran protagonista a pesar de tener el escenario para ello, más bien se realizaban monumentos, esculturas y pinturas que daban una explicación a los fenómenos naturales que los rodeaban, o bien buscaban retratar los episodios más importantes de su comunidad como la coronación de algún príncipe, profecías, batallas.

Posteriormente, con la llegada de los españoles se trazan materiales cartográficos para dar a conocer a la Nueva España, “estos documentos podían ser propiamente mapas (…) algunas pictografías del siglo XVI, sobre todo (…) relaciones geográficas” (Moyssén, 70) o descripciones verbales como las de Bernal Díaz del Castillo o el propio Hernán Cortés; sin embargo, no son  tan específicas y minuciosas. En el virreinato en algunos retratos se asoma la naturaleza con sutileza, pero no está en un primer plano; funge como una escenografía.

Entre los primeros antecedentes del paisaje en México podrían considerarse los materiales iconográficos y litografías que acompañaban la historia científica de los siglos XVIII y XIX, cuyo objetivo era transmitir las ideas en un lenguaje visual. 

Si bien es cierto que desde el siglo XVI aparecen grabados en madera; a un bloque se le hacían una serie de incisiones, éste se entintaba y se ejercía presión sobre el papel, posteriormente la madera se sustituyó por cobre “aparece desde el siglo XVII como el de la Crónica de los dieguinos de Baltasar de Medina y en cartas celestes o en mapas astronómicos como el de la  Exposición astronómica del cometa de 1680”. (Trabulse, 13).

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Exposición astronómica del cometa de 1860

La litografía fue la técnica más ocupada en el siglo XIX, los dibujos se transferían de la piedra caliza al papel o sobre un material especial, se coloreaban con acuarelas, fueron muy populares debido a los detalles y esquematizaciones, pero con el descubrimiento de la fotografía, vino a suplirla, porque esta dotó a los trabajos de objetividad. 

En México, la pintura del paisaje se rastrea en ese mismo siglo, “el descubrimiento y la interpretación plástica del paisaje mexicano, se realizó poco después de consumada la independencia política del país (…)” (Moyssén, 71) y abrió sus puertas al mundo. Con esta decisión llegaron extranjeros cuyos oficios eran diversos habían banqueros, comerciantes, intelectuales, artistas y aventureros, los cuales quedaron fascinados con la riqueza natural de México.

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Autorretrato de Eugenio Landesio (Altessano 1810-Roma 1879)

Por aquel entonces, Pelegrín Clavé, director de la Academia de San Carlos, había hecho un viaje a Roma donde conoció a Eugenio Landesio (fig. 1), un pintor paisajista, su trabajo lo impresionó tanto que al llegar a México reorganizó los programas de estudio dándole prioridad a la pintura del paisaje.  “El 22 de abril de 1854, Clavé y Vilar propusieron a la junta de gobierno la contratación de Landesio para ocupar la cátedra de perspectiva y paisaje, vacante por la renuncia de Lorenzo Cerezo”. (Velázquez, 373).

En 1855 llega a México Eugenio Landesio, su pasión por la botánica y la geografía se amplió al conocer la biodiversidad del país, pronto en los cuadros aparecería la naturaleza como la protagonista. Landesio “introdujo dos enfoques que habían generado la importancia de la pintura paisajística de Europa: [por un lado] el adiestramiento basado en reglas escritas y [por otro] la constante observación de la naturaleza (…) [por ejemplo] la sensibilidad frente a las variaciones del color”. (McClelland, 20) “En la pintura del paisaje se “distinguen dos estilos fundamentales: el heroico y el pastoral (…) El estilo heroico (…) presenta la naturaleza no como es sino como debería ser (…) un agradable engaño, una forma encantadora. El estilo pastoral ni mejora, ni corrige la naturaleza, sino que se entrega en ésta en su singularidad”. (Carus, 24-25)

Casi cien años después de que Sir Joshua Reynolds reconociera al paisaje como un género, éste llegó a México.

¿Quién fue Eugenio Landesio?

Un pintor italiano. Nació en 1810 en Altessano, su familia se dedicaba a la platería. Durante su juventud siguió este sendero, pero se dio cuenta de que su gran pasión era la pintura así que buscó la manera de desarrollarse.

Más adelante se encontró con el taller del pintor francés Amadeo Bongeois, éste le ayudó a sentar las bases pictóricas del paisaje. En 1839 hubo una exposición en Berlín, allí presentó un álbum de litografías que lo colocó en el mapa; el pintor paisajista húngaro Karoly Markó quedó fascinado con  su trabajo, por lo que decidió convertirlo en su discípulo.

“En sus años de estudiante en la Ciudad Eterna trabó amistad con los catalanes Pelegrin Clavé y Manuel Vilar. Su obra se dio a conocer en la quinta muestra académica en 1853 y las pinturas expuestas fueron adquiridas entonces por la escuela (Academia de San Carlos). El 22 de abril de 1854, Clavé y Vilar propusieron a la junta de gobierno la contratación de Landesio para ocupar la cátedra de perspectiva y paisaje. Landesio llegó a nuestro país en enero de 1855 y permaneció en su cargo hasta 1873, fecha en la que se vio obligado a dejar la Academia por haberse negado a firmar las Leyes de Reforma. Abandonó México ese año y se estableció en Italia dónde murió en 1879”. (Velázquez, 373).

Su estadía en México fue bastante fructífera, porque gracias a él se conoció el pincel de José María Velasco, Luis Coto, José Jiménez, Francisco Javier Álvarez y Gregorio Dumaine, cuyos talentos ampliaron la pintura del paisaje, cada uno dotando a sus obras de un sello particular. Además escribió libros didácticos como Los cimientos del artista dibujante y pintor. Compendio de perspectivas lineal y aérea, sombras, espejos y refracción, con las nociones necesarias de geometría, 1866; La pintura general o de paisaje y la perspectiva en la Academia Nacional de San Carlos, 1867 y Excursión a la caverna de Cacahuamilpa y ascensión al cráter del Popocatépetl, 1868.

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El Valle de México desde el cerro del Tenayo

Con respecto a su obra pictórica destacan: El Valle de México desde el cerro del Tenayo, San Juan Isla de Patmos y Patio de la Hacienda de Regla.

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Patio de la Hacienda de Regla

Eugenio Landesio compartió su saber, enalteció la naturaleza y logró que el mundo pusiera sus ojos en México, así como él alguna vez fue descubierto.

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