La televisión se ha encargado de destruir más mentes que cualquier tirano, gobernante, rey o emperador, del que se tenga memoria
¿Una de las razones?, la televisión, al cual tiene el poder de penetrar cada hogar y familia, y a través de sus contenidos, moldear la realidad o generar miedos ficticios; uno de los tantos miedos a los que se somete la población, es el miedo a la delincuencia, este miedo tiene la particularidad ser inyectado a la mente de la gente de manera sistemática por los noticieros, los cuales, no escatiman en largas introducciones para hablar de los crímenes más violentos que hayan ocurrido recientemente, y de esta manera, generar la sensación de inseguridad en la población.
Diariamente se comenten crímenes, asaltos o robos, sin embargo estos delitos, en realidad, no ocupan un amplio porcentaje como los de «las altas esferas», políticos, empresarios y fuerzas armadas –y que pasan desapercibidos–. Lo que la televisión hace, en el fondo, es añadirle levadura a hechos que, por cierto, son condenables, pero que vistos en comparación con los atropellos a los que somete al pueblo por el sistema económico capitalista y sus secuaces, no son nada. En pocas palabras, la televisión exagera todo lo que le conviene exagerar para llevar adelante una agenda en concordancia con los poderes que la financian.
Las razones para llevar adelante esta agenda son simples: dividir a la población.
El miedo al prójimo, al vecino, al extraño, les resulta perfecto a los opresores para desarticular la lucha colectiva, y así, poder gobernar en paz.
Ahora bien, esta agenda del miedo, no es que sea propia de los dueños de las cadenas televisivas (aunque a veces sí), sino que, más bien, obedece a intereses político-empresariales. Las cadenas televisivas necesitan dinero para funcionar, éste tiene que salir de alguna parte, y qué mejor que congraciarse con aquellos que tienen dinero y fondos infinitos: políticos y empresarios. Es de esta alianza tripartita que nace la agenda del miedo, pues una sociedad temerosa del prójimo, es la sociedad perfecta para que empresarios y políticos se confabulen para crear leyes asfixiantes contra la población, subir los impuestos a la gente, bajarle los impuestos a los ricos, y trabajar en conjunto con los demás actores del crimen organizado: narcotraficantes, traficantes de armas, de personas, etc. Sin que nadie los moleste.
Es por todo esto que la televisión debe ser apagada y los noticieros, ignorados, pues no están sirviendo con fines informativos, sino que con fines propagandísticos, es decir, su única intención es señalar y condenar los delitos de los pobres contra otros pobres, y cuando el empresario o el poder político cometen crímenes, simplemente tildarlos de faltas, errores menores, desprolijidad, o ignorarlos. La única intención de la televisión y, en especial, los noticieros es esparcir el miedo, desarticular el poder colectivo y lavar el cerebro con medias verdades.
Las luchas ideológicas, en la actualidad, ya no se libran en los parlamentos, las universidades o las calles. Las luchas se llevan adelante desde los medios de comunicación. Y en ese ambiente es donde la agenda del miedo florece con especial poder, y nosotros, no podemos caer prisioneros de ella.
Es nuestra responsabilidad quitarnos el miedo, informarnos y cambiar el paradigma que se nos impone desde arriba. Y todo puede comenzar con algo tan simple como: apagar la tele.
Es hora confiar en el prójimo y luchar juntos.