RESUMEN: Monserrat Morales es una científica preocupada por que todas y todos entendamos el valor y la utilidad de la Medicina de Precisión. Por ello, en este texto, hace una reflexión de esta parte de la ciencia aplicada en medio de la pandemia de COVID-19.
PALABRAS CLAVE: Ensayo, reflexión, pandemia, Medicina de Precisión
En un universo alterno en estos días de verano, me encontraría pasando mis vacaciones en algún lugar colorido de México: entre paseos, descansos y uno que otro brindis. Por el contrario, y no lo digo en tono de queja sino de asimilación, estoy tomando un curso virtual de farmacología para actualizarme. Así, además finjo que he salido de la rutina en plena pandemia. En el curso, comparto micrófono y pantalla con algunos colegas químicos, así como con profesionales de otras áreas de la salud. Recuerdo que el primer día de clase expusimos nuestras expectativas de aprendizaje. De manera generalizada, predominó un interés en conocer la aplicación de la genómica a la farmacología, uno de los objetivos de la Medicina de precisión. Puesto que el curso es organizado por una institución dedicada al estudio de los genes y la salud, el INMEGEN, la inquietud era bastante válida. Aunque en ese momento no compartí esa meta de aprendizaje, me hizo recordar que al inicio de mis estudios de posgrado sí lo hacía. Entonces, ¿será que lo he dejado de considerar importante?
Si hacemos el ejercicio de googlear el término “Medicina de precisión”, encontraremos entre extensas definiciones que es el área de la medicina que supone la comprensión y abordaje de una enfermedad a través de sus determinantes genéticos. Dicho de otro modo: qué es lo que dicen mis genes acerca de mi salud, de las enfermedades que soy propensa a desarrollar y cuáles son los tratamientos que me vendrían mejor.
Volviendo al curso, al término de una de las clases, un compañero médico cuestionó con cierta desesperanza cuándo sería que veríamos la aplicación de las rimbombantes ciencias ómicas, mismas que derivan de la genómica a la práctica clínica. Debo confesar que su tono iba desde la exigencia a la vida misma o a un ser superior hasta la súplica para aterrizar la complejidad de estas avanzadas técnicas. Lo que él solicitaba tiene su propio término: Medicina traslacional. Recibe ese nombre porque su objetivo es trasladar, justamente, los resultados del laboratorio a la medicina aplicada y que no se queden en las cajas Petri o en los ratoncitos sacrificados.
Sucede que toda esta terminología no se inventó ayer, sino que lleva años existiendo, pero parece colocada en una especie de pedestal inalcanzable al que muchos aspiran llegar y solo escasos logran apenas tocar. ¿No les parece que ya ha pasado considerable tiempo para volver a poner el tema sobre la mesa y cuestionar, qué es lo que estamos haciendo mal? O, ¿es que solo dejaremos a la Medicina de precisión en el cajón de las utopías, mientras juzgamos a los verdaderos afectados por preferir moringa en lugar de metformina para controlar su diabetes?
Empecemos por indagar cómo es que esta área de la medicina ha alcanzado ese nivel de elitismo. Asumiendo que los investigadores dedicados a la genómica entienden la Medicina de precisión, muchos no necesariamente la aplican. La mayoría de ellos no lo hacen por falta de interés, sino por falta de mecanismos para ponerla en práctica. Y es que la exigencia general que se les hace es: saber sobre el último artículo, la más sofisticada técnica, el más reciente censo. Esto conlleva a una permanente adquisición de conocimientos teóricos, más no prácticos, y mucho menos, cercanos a las realidades de sociedades tan complejas como las de la nuestra.
Por otra parte, se encuentran los médicos, quienes se ven limitados a traducir esa cantidad de conocimientos a la práctica clínica. Porque, aunque sea deseable, es poco probable que el MIP (Médico Interno de Pregrado) tenga presente el enriquecimiento de vías cuando atiende al paciente cardíaco de la cama 15. O, que la médico residente recurra al artículo recién publicado sobre el metagenoma de la resistencia a antimicrobianos para abordar la infección oportunista que llegó a Urgencias. El problema no es que carezcan de la capacidad de hacerlo, sino que los estadíos avanzados de cualquier enfermedad no son dónde la Medicina de precisión ejerce sus más grandes beneficios. De tal manera que, ante tal cúmulo de conocimientos, los médicos deben ponderar por el algoritmo más eficaz y rápido.
Entonces, da la impresión de que la Medicina de precisión se ahoga en su vastedad, que simultáneamente entorpece su capacidad de integrarse plenamente a la salud pública. Mientras que se ha llenado grandes vacíos de información, su potencial está subutilizado. Es como si tuviéramos una bola de cristal que nos predice el futuro y sólo la utilizáramos para saber si lloverá por la tarde.

Una buena alternativa es ver a la Medicina de precisión como un mapa para guiarnos hacia un destino: evitando las rutas más borrascosas, los caminos más irregulares y las veredas más desafiantes. Si la viéramos como dicho mapa para hacer una exploración, éste nos reduciría horas hombre, consumo de víveres, riesgos de salud y tiempo de llegada a nuestro destino. Así, la Medicina de precisión permitiría agruparnos a partir de nuestras diferencias ómicas, para ubicarnos en una escala de riesgo de desarrollo de enfermedades, lo que incidiría en la economía, las políticas de salud y la calidad de vida de los ciudadanos.
Forzar a que la Medicina de precisión cure enfermedades y mantenerla como ciencia abstracta, sólo ha agrandado la brecha para su aplicación. En cambio, si es integrada como parte fundamental de la prevención de padecimientos, su impacto sería superior. Desde luego, no hay que menospreciar los desafíos que esto implica, a nivel administrativo, legal, educativo y económico, por mencionar algunos. Pero los anteriores, en lugar de verse como pretextos para seguir procrastinando la tarea, implican retos que deben atenderse a la par de comunicar conocimientos nuevos.
A la pregunta inicial de sí sigo cuestionándome sobre cómo aplicar la genómica a la salud, la respuesta es sí; sin embargo, ahora debo añadir que considero que existe un camino primordial para llevarlo a cabo. Primero, no se comenzaría desde cero, porque se pueden utilizar los datos ómicos existentes asociados a las enfermedades más frecuentes. Después, se continuaría con la realización de tamizajes a las poblaciones de riesgo, la indicación de medicamentos profilácticos, la definición de criterios de respuesta, la interacción con las entidades regulatorias, la gestión para el establecimiento de marcadores de referencia, entre muchas otras acciones.
En fin, las ideas abundan. Si bien no estoy del todo segura si esta pandemia ha servido para reposicionar el valor de la ciencia, me queda claro que, al menos, resaltó la importancia de la prevención como elemento central en la preservación de la salud a nivel global.

Revisoras: Flor Brena y Sandra Sánchez
Diseñadora: Vasti T. Juárez
Este texto fue publicado por primera vez el 12 de octubre de 2020 en el sitio web extinto http://www.cientificasmexicanas.com, como parte del blog “Mexicanas al Grito de Ciencia“ creado por la entonces asociación de mujeres científicas llamada Científicas Mexicanas, que se mantuvo activo de Junio de 2020 a Junio de 2022. En el 2024 decidimos fusionar esfuerzos y una parte del equipo de trabajo decidió sumarse a la Tripulación de Prisma para seguir navegando, gracias por su comprensión y apoyo.