El poder ha creado monopolios del conocimiento para asegurarse un lugar en el desarrollo de nuevos saberes, la predicción del futuro y el control político” Jesús Elizondo
Resumen
Los museos son un medio para presentar diversas piezas de Arte procedentes de culturas, lugares y pueblos diferentes que dialogan en un mismo espacio, lo cual es muy cómodo para el espectador; sin embargo se está perdiendo del contexto, el privilegio de ver a la obra enmarcada en su lugar de origen.
Palabras clave: museo, land art, contexto, instalación, espacio, tiempo.
Formalmente el collage nace en 1912 con la superposición de realidades propuestas por Picasso, concretamente con Naturaleza muerta con silla trenzada (Fig. 1), se había buscado romper con la bidimensionalidad de la pintura y parecía que por fin esta tarea se llevaba a cabo, al yuxtaponer diferentes momentos, evidentemente, asincrónicos que sucedían en un desayuno, esto cambió radicalmente al mundo del Arte y abrió un panorama para propuestas contemporáneas.

Figura 1. Pablo Picasso realizada en 1912, conservada en el Museo Picasso de París. La escena retrata un desayuno, hay una silla de rejilla, un periódico del día, un cuchillo, un plato, un jugo, una servilleta. En un momento se conjuntan varios.
Podríamos hacer la analogía entre el collage y la Gliptoteca de Múnich (Fig. 2) —sé que esto es un tanto arriesgado, pero tengo un punto lo prometo— Luis de Baviera I, no tenía un lugar para almacenar su gran colección de esculturas griegas y romanas; así que mandó construir este espacio para ellas, ahora es un museo. Dos culturas enemigas, se encuentran en un mismo lugar. Por supuesto, la historia de la humanidad ha logrado que diferentes piezas terminen en otros lugares, ya sea por saqueos, descubrimientos, guerras, peleas, comercio, préstamos etc., —¿no les parece esto similar a un collage?—, en un mismo espacio coexisten elementos de dimensiones temporales diferentes.
Las civilizaciones están en constante movimiento, desde la antigüedad han habido intercambios comerciales; los fenicios llevaban a todas partes vasijas, telas, troncos de árboles y joyería que vendían a distintos Imperios como: Babilonia, Egipto, Micenas, Creta, Persia, Asiria, por mencionar los más importantes, los objetos cambian de dueño, lugar y contexto, por muchas circunstancias, el objeto en sí trae consigo su propia bitácora de viaje, su historia de vida.
Fig 2. Gliptoteca de Múnich, 1816-1830, Alemania. Leo Von Klenze fue el arquitecto. Alberga la colección estatal de antigüedades griegas y romanas. En el siglo XIX hubo un furor por la Grecia Clásica, las ciudades adoptaron este estilo; era un regreso al origen después de un Barroco abigarrado.
Sin embargo, es notorio que países como Francia, Alemania, Italia, España, Londres, tengan los museos más grandes y ricos en estatuas, cuadros, pergaminos, miniaturas. Visitar Grecia, por ejemplo, es darte cuenta de la cantidad de réplicas que hay y las esculturas autóctonas habitan en Londres, vemos ciudades y civilizaciones enteras saqueadas, pero más allá del bien y del mal, hay que plantear la pregunta: ¿esto afecta las interpretaciones del visitante o del espectador?, por supuesto, porque no está viendo una realidad contextualizada, sino recortada.
“En estas sociedades la relación entre el poder y los intelectuales, se basa en el monopolio del conocimiento, y aunque no siempre es una relación armónica sí es un signo de sano diálogo. Entre otros factores, esta dinámica hace posible que un imperio se expanda más allá de los límites locales”. [1]
El museo al ser un lugar de atesoramiento de objetos, dota a los países de poder, saberes, establecen un nuevo diálogo con estas piezas, si pensamos en un obelisco egipcio (fig. 3) que ahora se sitúa frente al Vaticano; el obelisco perdió su significación original, la extrajeron de su lugar, su tiempo y su espacio, para insertarla en una ciudad ajena, que repercute a nivel de interpretación de cualquier visitante, sobre todo de un ciudadano egipcio.
Fig 3. Hoy conocido como: Obelisco Vaticano. Los obeliscos egipcios se situaban a las afueras de los templos, donde llevaban a cabo sus cultos y ritos religiosos, algunos de ellos tenían una punta piramidal recubierta de oro, éste fue sustituido con una cruz, tenían la función de proteger y alabar a sus dioses como Ra u Horus.
Una obra in situ como Teotihuacan, Uxmal o Tikal, por ejemplo, el lugar te provee de la experiencia, sobre el modus vivendi, de las antiguas civilizaciones, mientras que la sala museográfica está organizada de manera artificiosa, “parece que vamos perdiendo contacto con los ritmos propios” [1] , saltamos de un tiempo a otro en cuestión de salas, no nos detenemos a pensar y reflexionar, cómo llegó aquel hombre a construir su casa. Las placas informativas intentan contextualizar, la pregunta es: ¿lo hacen?
Coseriu (1989) dice que “[…] los entornos orientan todo discurso y le dan sentido y hasta pueden determinar el nivel de verdad” [2]. Una placa no nos dice toda la verdad sobre los acontecimientos, muchos datos se pierden a la hora de llevar la pieza a su nuevo hogar, no tenemos la seguridad de dónde estuvo la obra de arte, cuál fue su propio recorrido, su historia. Sacar la pieza de su lugar de origen es amputar parte de la cultura de un pueblo.
Devolver o no la obra de Arte ha sido una discusión acalorada en todas las épocas, que si los cuidados serán los más adecuados, si están mejor allá o acá. El debate puede proseguir ad infinitum, solo no hay que perder de vista que el hecho de insertarla en otro mundo pierde fuerza en su sentido, en su para qué. Se enriquecerá de otros significados, dará pauta a nuevos modelos, sí pero hay que “tomar conciencia de esto (…) recuperar ritmos naturales, acciones y concepciones distintas en el uso del tiempo para contrarrestar, el desajuste de los tiempos”. [1]
El Land Art y la Instalación (Fig.4) han logrado que la experiencia sea completa, pues el espectador necesita viajar para ver la exposición, por un momento es parte de la obra de Arte. En el primer caso, la naturaleza es cocreadora con el artista y el espectador se convierte en un explorador, los tres se convierten en piezas fundamentales para que la obra de Arte suceda. Espacio, personas, propuestas e ideas crean una atmósfera cerrada y sobre todo contextualizada.

Fig. 4. Esta obra es un ejemplo de Land Art pertenece al artista, Walter de Maria: Campo de Relámpagos, 1974-1977, Quemado, Nuevo México, Estados Unidos. La obra consta de 400 tubos de acero inoxidable de 5 cm de diámetro y ocho metros de altura, dispuestos a una distancia de 600 metros, se tuvo que alinear el terreno de manera que todo fuera exacto. El visitante tiene que esperar hasta que la tormenta se avecine y los rayos “se planten” en el campo, deberá ser paciente para ver el espectáculo y gozar de esta experiencia estética. [revisar 4]
Por otra parte, también hay algo más que nutre la experiencia del museo: el souvenir. “Las sociedades industrializadas que bajo la lógica de mecanización y producción en serie han logrado expandirse sobre vastos territorios han creado artefactos tecnológicos que llevan los mensajes desde un centro hasta la periferia”. [1] Estos artículos hechos en masa, son la cúspide de la descontextualización, pues el turista muchas veces no sabe qué trae en su playera o su taza, sólo la adquiere por ser bonita.
Necesitamos de ojos más despiertos que se pregunten de dónde vienen las cosas, dónde estaban antes de llegar al museo a un portavasos; plantear ciudades extintas en dibujos y diagramas, hacen falta libros de historia, reconstrucciones de ciudades y por supuesto más difusión para mirar más allá del objeto e interpretarlo, tal vez en un futuro no muy distante, los objetos vuelvan a su lugar de origen, mientras tanto dialogan con otras culturas.
Fuentes de consulta
[1] Elizondo Martínez, J. O. La Escuela de Comunicación de Toronto. Comprendiendo los efectos del cambio tecnológico. México: Siglo XXI, 2009. Impreso, p. 67, 70, 73, 82.
[2] Coseriu Eugenio, Teoría del lenguaje y Lingüística general. Madrid, Editorial: Gredos, 1989, p.309.
[3] Hodge, Susie. 50 cosas que hay que saber sobre Arte, España: editorial Ariel, 2012.
[4] Raquejo, Tonia. Land Art, España: editorial Nerea, 1998, Scribd libros. Web. 19 oct. 2020